Escribo de Bitcoin como un estado de rebeldía absoluto al sistema. En X @geralrock Puedes invitarme un café en forma de Sats a geralrock@blink.sv
Por qué los bitcoiners están haciendo lo que los libertarios nunca pudieron
No pretendo insultar a los libertarios; han tenido razón, o al menos se han acercado bastante a ella, en muchas cosas y durante décadas; eso no es poca cosa. Sin embargo, nunca han conseguido cambiar mucho el mundo, mientras que los bitcoiners, por usar una expresión antigua pero muy adecuada, lo están poniendo patas arriba. Creo que es importante entender por qué. Decir y hacer ¿Puedes nombrar a algún mártir libertario? No estoy seguro de poder hacerlo, y llevo mucho tiempo involucrado en cuestiones libertarias. Ha habido algunos manifestantes contra los impuestos, pero no estoy seguro de poder llamarlos mártires libertarios, en gran parte porque el libertarismo los excluía. Ahora bien, ¿podemos nombrar mártires de la causa del Bitcoin y los ideales cypherpunk? La lista, como la mayoría de nosotros sabemos, es larga. Podemos empezar por Julian Assange y Ross Ulbricht, y de ahí pasar a Charlie Shrem y Roger Ver, a casos que estuvieron a punto de serlo, como Phil Zimmerman, y a al menos una docena de nombres menos conocidos. El martirio no prueba gran cosa, por supuesto — los intereses arraigados destruyen por muchas razones — , pero hay una pista, y es esta: los libertarios no suponían una gran amenaza. Los poderes fácticos nunca los han querido, por supuesto, pero publicar documentos políticos no ha trastocado ningún orden establecido. Ahora bien, para ser muy franco al respecto, y pido disculpas por ello, el libertarismo es en gran medida una filosofía de intelectuales que desean cambiar el mundo sin riesgos ni sufrimiento. Es decir, imaginaban que eran lo suficientemente inteligentes como para hacerlo solo con su intelecto. Vuelvo a pedir disculpas, pero la verdad es la que es, y en general, los libertarios nunca han estado dispuestos a sufrir. Según mi experiencia, consideran el sufrimiento como un fracaso y como una prueba de inferioridad intelectual. Los bitcoiners, por el contrario, ven el sufrimiento como mala suerte y como una prueba clara de que el statu quo es una bestia: que debe ser superado por el bien de la posteridad. En última instancia, esta diferencia se reduce a la diferencia entre hablar y hacer. Hablar puede tener su lugar, pero nunca puede sustituir al hacer. Actuar te cambia de una manera que hablar simplemente no puede… y cambia muy claramente el mundo de una manera que hablar no puede. Los bitcoiners son personas de acción y están cambiando el mundo. Es la voluntad activa la que cambia el mundo. Quienes persisten en la voluntad activa impulsarán el futuro, y nadie más lo hará. Consideremos, por favor, un pasaje del historiador Francious Guizot, mientras examinaba el colapso de Roma y el auge de la Europa cristiana: Solo el clero era fuerte y animado; se hizo poderoso en todas partes. Tal es la ley del universo. Y así es. Lo que es persistentemente fuerte y animado se sale con la suya. Lo que es apático flota en las corrientes creadas por otros… o a veces simplemente se hunde. Bitcoin es una droga de iniciación Solían advertir a los adolescentes que el cannabis era una droga de iniciación; que una vez que lo fumabas, comenzabas una oscura espiral hacia la adicción a la heroína. Por supuesto, eso era en gran parte falso, pero bitcoin sí es una especie de droga de iniciación. La gente tiende a venir por las subidas del tipo de cambio, pero si se quedan el tiempo suficiente para comprender lo que realmente es bitcoin, se vuelven radicales. Una vez que la gente entiende que Bitcoin genera confianza de forma descentralizada, sin una parte de confianza (léase un señor feudal), empieza a ver que la descentralización es válida y, luego, que es superior… muy superior. Después de eso, los bitcoiners caen en el entusiasmo. De hecho, busca a casi cualquier bitcoiner y hazle una o dos preguntas; se animará, te invitará a comer y te hablará durante una hora. Los bitcoinrs han persistido en esto, incluso cuando todos los poderes del mundo han intentado ahuyentar a la gente. Cuando los bitcoiners reciben una patada en el estómago por parte de los poderes mundiales mencionados (como ocurre de vez en cuando), se levantan y siguen delirando sobre el milagro de Bitcoin, y ahora hay millones de personas así. Para aquellos que han comprendido Bitcoin, es mucho más que dinero; es un nuevo y mejor modelo de vida humana. No quieren sufrir, por supuesto, pero la idea del sufrimiento no les detiene. Esta es su oportunidad milagrosa y están decididos a aprovecharla, sin importarles la posibilidad de sufrir. Por eso los bitcoiners están poniendo el mundo patas arriba, y por eso otros, por muy inteligentes y acertados que hayan sido, no han podido hacerlo. ** Traducción del texto original de Paul Rosenberg publicado en freemansperspective.com
Manifiesto de libertad: El Objetivismo desafía el control colectivista de la izquierda
Los que odian a los ricos no tienen el coraje de crear nada propio. Solo saben exigir lo que no merecen. Esta verdad, cruda y sin filtros, es el corazón del Objetivismo de Ayn Rand, una filosofía que no se dobla ante el ruido ensordecedor de la izquierda colectivista. Hoy, el mundo está atrapado en una telaraña de envidia, regulaciones asfixiantes y un “papá Estado” que promete salvarnos mientras nos encadena. La izquierda, con su cruzada contra el éxito y su adoración al control centralizado, está desmantelando el motor del progreso: los creadores, los innovadores, los que se atreven a construir. Pero el Objetivismo no se queda callado. Este es un manifiesto para los que todavía creen en la libertad, en la razón y en el derecho a forjar su propio camino. La izquierda y su odio al éxito: Una guerra contra los creadores La izquierda ha convertido a los ricos en los malos de la película. “Los ricos son el problema”, gritan, mientras señalan a empresarios, innovadores y visionarios como si fueran ladrones. Pero, ¿quiénes son esos “ricos” que tanto desprecian? Son los que levantan fábricas, crean empleos, inventan tecnologías que cambian el mundo. Son los que arriesgan todo, trabajan sin descanso y transforman ideas en realidad. El Objetivismo lo tiene claro: la riqueza, cuando se gana con esfuerzo y talento, no es un delito; es una medalla al mérito. La izquierda, sin embargo, no quiere escuchar. Su narrativa está impregnada de envidia, no de justicia. Castigan a los productores con impuestos confiscatorios, regulaciones absurdas y una cultura que glorifica la mediocridad. Si construyes una empresa desde cero, te llaman explotador. Si innovas, te acusan de codicia. Es una guerra contra los creadores, y la izquierda la libra con una hipocresía que apesta. Como dice Rand, los que odian a los ricos no tienen las agallas de crear algo propio. Prefieren exigir, quejarse, señalar con el dedo mientras esperan que el Estado les reparta las migajas. El culto al "papá Estado": La esclavitud disfrazada de justicia La izquierda adora al “papá Estado” como si fuera un dios benévolo. Nos dicen que el gobierno debe cuidar de nosotros, repartir la riqueza, “nivelar el campo de juego”. Pero, ¿a qué costo? Este culto al Estado no es más que esclavitud envuelta en promesas vacías. Cada subsidio, cada programa social, cada regulación que imponen es una cadena más en nuestras muñecas. El Objetivismo lo ve con claridad: nadie tiene derecho a vivir a costa de otro. La libertad significa ser dueño de tu vida, no un peón en el tablero de un burócrata. El “papá Estado” de la izquierda no salva; destruye. Premia a los que no producen, castiga a los que sí lo hacen y crea una sociedad de dependientes que mendigan favores. ¿Quieres un ejemplo? Mira las políticas que asfixian a las empresas con impuestos y trámites mientras subsidian la ineficiencia. El resultado es un sistema donde el mérito muere y la mediocridad reina. El Objetivismo, en cambio, aboga por una red descentralizada: cada individuo, libre, creando valor sin interferencias. El colapso del aparato productivo: El precio del colectivismo El motor del mundo se está deteniendo, y la izquierda es la que aprieta el freno. Sus políticas colectivistas —impuestos abusivos, regulaciones interminables, obsesión por la “igualdad” a cualquier precio— están matando al aparato productivo. Fábricas cierran, emprendedores se rinden, innovadores se van. ¿Y qué nos queda? Una economía tambaleante, sostenida por promesas vacías y deuda. El Objetivismo nos recuerda una verdad brutal: sin productores, no hay prosperidad. Los creadores —los ingenieros, los empresarios, los inventores— son los que hacen girar el mundo. Cuando los castigas, todo colapsa. La izquierda no entiende esto. O peor, no les importa. Su visión colectivista ve el éxito individual como una amenaza, no como un motor. Cada ley que aprueban, cada discurso que demoniza a los ricos, es un clavo en el ataúd de la civilización. En el espíritu cypherpunk, esto es como intentar censurar internet: un ataque a la libertad de crear, de innovar, de ser. La respuesta objetivista es clara: desconéctate del sistema. Rechaza sus reglas. Construye tu propio camino. Si los colectivistas quieren un mundo sin productores, que enfrenten las consecuencias de su vacío. El manifiesto de la libertad Este es el momento de elegir: libertad o esclavitud. El Objetivismo de Ayn Rand no es solo una filosofía; es un grito de guerra contra el control colectivista de la izquierda. Nos recuerda que la razón, el esfuerzo y el mérito son los cimientos de un mundo que funciona. Los que odian a los ricos, los que idolatran al “papá Estado”, los que destruyen la producción con su envidia y sus regulaciones, no tienen nada que ofrecer. Solo saben exigir lo que no merecen. Únete al manifiesto de la libertad. Abraza tu derecho a crear, a prosperar, a vivir para ti mismo. Esto significa descentralizar tu mente, rechazar el control centralizado y construir tu propio futuro. Que la izquierda se ahogue en su propio caos. Nosotros, los que creemos en la libertad, seguiremos adelante, levantando un mundo donde el mérito triunfa y las cadenas se rompen.
Por qué hablo de Bitcoin
Cada vez que suelto “Bitcoin” en una charla, la gente me clava la mirada como si fuera a sacar un gráfico de velas o a venderles un sueño de millonario. “¡Ya, tú eres el criptoinversor!”, me sueltan, o preguntan si vivo pegado al precio en una app. Pero no, no va por ahí. No hablo de Bitcoin porque esté cazando el próximo pico del mercado ni porque quiera hacerme rico mañana. Hablo de Bitcoin porque me ha enseñado que puede cambiarlo todo. No es (solo) sobre el dinero La mayoría ve Bitcoin y solo piensa en billetes: “¿Cuánto vale hoy?”, “¿Subirá o bajará?”. Y sí, no voy a mentir, el precio importa. Hay gente que ha salvado sus ahorros en países donde la moneda local es papel mojado, y otros que han ganado fortunas. Pero si crees que Bitcoin se trata solo de eso, te estás quedando en la superficie. Bitcoin es dinero que no le rinde cuentas a nadie. No hay banco que te lo bloquee, gobierno que te lo confisque ni empresa que te cobre un riñón por moverlo. Es un sistema donde tú mandas. Punto. En un mundo donde cada transacción está vigilada, Bitcoin es un acto de desafío. Libertad y soberanía financiera Hoy, tu dinero no es tuyo de verdad. Los bancos pueden cerrar tu cuenta sin motivo. No es paranoia, sino, pregúntale a los argentinos. Los gobiernos pueden imprimir billetes hasta que tus ahorros no alcancen ni para un café. Las plataformas de pago deciden a quién le envías tu dinero, esto es algo que yo viví en primera persona. Imagínate a alguien en un país con hiperinflación, donde el sueldo de un mes no compra ni un kilo de arroz. Con Bitcoin, se puede ahorrar en algo que no se devalúa por capricho de un político. O a un activista que necesita fondos sin que un régimen le corte el flujo. Bitcoin le da ese poder. No es una inversión; es libertad pura. Un sistema resistente a la censura Lo que pone nerviosos a muchos es que Bitcoin no tiene un interruptor que puedan apagar. No hay presidente, ni banco central, ni oficina que lo controle. Vive en miles de computadoras, en cada rincón del planeta, y sigue funcionando aunque intenten destruirlo. Es un sistema que dice “no” a la censura. Cuando WikiLeaks fue expulsado de los sistemas financieros, Bitcoin les abrió una puerta. Cuando la gente necesita enviar dinero al otro lado del mundo sin que un banco se lleve la mitad, Bitcoin lo hace posible. Esto no es un “activo digital”; es un desafío directo a los que quieren decidir por nosotros. El potencial para cambiar el mundo ¿Puede Bitcoin cambiar el mundo? Creo que sí. El sistema financiero de hoy está roto: excluye a millones, cobra de más y pone el poder en manos de unos pocos. Bitcoin es una grieta en ese muro. No es perfecto. La red gasta energía, no todos lo entienden y la adopción va lenta. Pero esos son problemas que se pueden resolver. Lo importante es lo que viene después. Piensa en un mundo donde nadie quede fuera por no tener un banco. Donde enviar dinero a tu familia no cueste una fortuna. Donde tu riqueza no dependa de las malas decisiones de un gobierno. Bitcoin no es una utopía; es el primer paso hacia un sistema donde el poder vuelva a las personas. Por qué no paro de hablar de Bitcoin No hablo de Bitcoin para convencerte de “invertir” ni para predecir el próximo “to the moon”. Hablo porque estoy harto de un mundo donde el dinero es una herramienta de control. Hablo porque creo en un futuro donde nadie tenga que pedir permiso para ser libre. Hablo porque Bitcoin no es solo una cripto; es un movimiento, una idea, una apuesta por un mundo mejor. Así que, cuando me escuches mencionar Bitcoin, no me preguntes por el precio. Pregúntame por qué me mueve tanto. Pregúntame cómo podemos cambiar las reglas. O, mejor, súmate al juego. Porque Bitcoin no es solo para mí; es para todos los que quieren un mundo donde mandemos nosotros.
El dólar paralelo: una referencia incómoda para un país en ruinas
Venezuela está en llamas y es un campo de batalla donde el dólar paralelo no es solo una referencia: es una forma de decirle no a un régimen que quiere a todos de rodillas. Como en 1984 de George Orwell, donde el Gran Hermano vigilaba hasta el alma, aquí el gobierno controla todo: el Banco Central, el SENIAT, la Superintendencia de Criptomonedas, las leyes de un supuesto precio justo que en realidad solo aprietan el cuello. El cierre de El Dorado, es un golpe bajo, una prueba más de que el régimen no soporta que los venezolanos sean libres. Pero en este país donde el bolívar es un chiste cruel, el dólar paralelo y las plataformas que muestran una referencia para la cotización del mercado son una rebelión al mejor estilo cypherpunk: un grito de autonomía, un desafío al control, una chispa que no se apaga. Un Estado fallido que asfixia Venezuela es Gotham, un lugar donde el caos no es un accidente, sino una estrategia. No hay separación de poderes, no hay instituciones que sirvan al pueblo. En su lugar, tenemos un Gran Hermano que lo maneja todo. El Banco Central imprime billetes sin valor para sostener al régimen. El SENIAT te persigue como si fueras un criminal por ganarte la vida. La Superintendencia de Criptomonedas reprime cualquier intento de innovar. Y la Ley de Precios Justos no es más que una excusa para controlar, castigar, destruir. Este no es un gobierno; es una máquina de opresión que quiere reescribir la realidad para que creamos que sin ellos no podemos sobrevivir. El Dorado era incómodo. El gobierno no tolera que pienses por tu cuenta, que muestres en una cotización del dólar, la realidad de un país que ellos no pueden solucionar. Aquí el supuesto crimen es económico: usar el dólar paralelo, cambiar cripto, buscar una salida al desastre que ellos crearon. El cierre de El Dorado no es solo un ataque a una empresa; es un ataque a la libertad, es querer reducir la capacidad de decidir sin pedirle permiso a un régimen que no tiene derecho a gobernar, lo perdió el 28 de julio de 2024 o incluso mucho antes. El dólar paralelo es una respuesta, es una rebelión. En un país donde el bolívar se derrite en la hiperinflación, donde un sueldo no alcanza ni para un kilo de arroz, el dólar paralelo solo es un reflejo de esa realidad, no la causa. No es un mercado negro porque las personas quieren ser delincuentes; es negro porque el régimen obliga a vivir en las sombras. Cada transacción en dólares, cada intercambio en cripto, es un acto de resistencia. Es una manera de decir: “No te necesitamos”. Como en La rebelión de Atlas de Ayn Rand, donde los creadores se niegan a sostener un sistema que los explota, los venezolanos están tratando de crear su propia economía. Me he sorprendido al escuchar a muchos en redes, en la calle, en la prensa criticar a El Dorado por no seguir las reglas del régimen o inflar el mercado. ¿Qué reglas? ¿Las de un gobierno que perdió toda legitimidad hace años? Esos que señalan a El Dorado son como los que en 1984 delataban a sus vecinos por pensar diferente. No ven que en Venezuela las leyes no protegen, oprimen. Las regulaciones no ordenan, destruyen. Condenar a quienes desafían este sistema es ponerse del lado del opresor, es aceptar que se merecen las cadenas. Polis paralelas: La resistencia que no se rinde El dólar paralelo y plataformas como El Dorado no son errores del sistema; son una salvación, unas instituciones paralelas. Me recuerdan a las “polis paralelas” de la República Checa en los años 80 y de las que aprendí hace poco, cuando, bajo el comunismo, la gente como Václav Havel creó espacios de libertad: foros culturales, redes de educación, mercados informales. No era caos, era un orden nuevo, uno que nacía del pueblo, no de un dictador. En Venezuela, el dólar paralelo, bitcoin y las criptomonedas, los trueques digitales son esas polis paralelas, privacidad y algo de libertad. Son una manera de decir: “Si el Estado no sirve, nosotros hacemos las reglas”. Esto es el corazón cypherpunk: usar la tecnología para ser libres. En 1984, el Gran Hermano tenía ojos en cada esquina, oídos en cada conversación. Aquí, el régimen quiere saber cada dólar que cambias, cada cripto que mueves. Pero con el dólar paralelo y las plataformas cripto, les decimos: “No puedes controlarnos”. Cada transacción fuera de su radar es un acto de desafío, una chispa que enciende la esperanza. Es como en La rebelión de Atlas, donde los héroes abandonan un sistema podrido para construir uno propio. En Venezuela, cada dólar cambiado en la calle, cada Bitcoin que pasa de un wallet a otro, es un pedazo de libertad, un pedazo de futuro. Bajo la bota del régimen, el Dorado tuvo que cerrar, se arrodilló. Es una victoria para el Gran Hermano, un recordatorio de que todavía tienen el poder de aplastar lo que les asusta. Pero no nos equivoquemos: esto no es el final. El dólar paralelo sigue vivo, las criptomonedas siguen corriendo, y los venezolanos siguen encontrando formas de burlar al sistema. Los venezolanos son más que sobrevivientes; son rebeldes y espero que esta llama no se apague. Y mientras se siga la lucha, esa chispa puede convertirse en un fuego que ilumine el camino hacia un país donde la libertad no sea solo un sueño. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Bitcoin me enseñó a defender mi privacidad: Sé selectivo, sé libre
Para nada soy un ermitaño escondido. Soy alguien que aprendió que la libertad debe protegerse, no se mendiga. Cuando conocí Bitcoin, no solo vi una forma de escapar de muchas cosas que me generaban ruido. Descubrí una verdad que me golpeó duro: en un mundo que devora tus datos, la privacidad es tu arma. Bitcoin me enseñó que la privacidad no es esconder secretos; es elegir cómo te muestras al mundo. Es soberanía. Google y Meta saben más de tus miedos que tu propia familia, como siempre digo, no somos el cliente sino el producto, proteger tu privacidad es un acto de rebeldía. Inspirado por el Manifiesto Cypherpunk, te escribo para decirte: la privacidad es poder, y Bitcoin me mostró cómo reclamarlo. Privacidad: El poder de ser selectivo “La privacidad es necesaria para una sociedad abierta en la era electrónica. La privacidad no es secreto. Una cuestión privada es algo que uno no quiere que todo el mundo sepa, pero una cuestión secreta es algo que uno no quiere que nadie sepa. La privacidad es el poder de revelarse selectivamente al mundo.” — Eric Hughes, 1993 Bitcoin me abrió los ojos a esta verdad. No se trata de vivir como fugitivo o de tener algo oscuro que ocultar. Se trata de decidir quién sabe qué sobre ti. Tu vida, tus gustos, tus miedos y tus sueños son solo tuyos, no un producto para que una corporación lo venda o un gobierno lo vigile. Bitcoin funciona porque su criptografía y código te dan control. Tus claves privadas aseguran que solo tú manejas tu dinero, sin bancos espiando, sin gobiernos confiscando. Nadie sabe quién eres a menos que tú lo decidas. Esa lección trasciende el dinero. Bitcoin me enseñó que la privacidad es la raíz de la libertad. Debes aprender qué compartir, de otra manera, no eres libre. Hay una realidad y es que cada transacción en Bitcoin es un acto de rebeldía y soberanía. Esa mentalidad cambió cómo veo el mundo. Me hizo preguntarme: ¿por qué dejo que extraños en servidores lejanos sepan más de mí que mi propia familia? ¿Por qué entrego mi vida sin pelear? La era del tráfico de datos: No eres cliente, eres el producto Mira tu teléfono. Cada búsqueda en Google, cada “me gusta” en Instagram, cada paso que das con una app de mapas es un pedazo de ti que regalas. Tus datos no son solo información; son poder. Google sabe qué buscas a medianoche, qué te preocupa, qué quieres comprar. Facebook conoce tus opiniones políticas antes de que las digas. Tu vecino no sabe dónde comiste anoche, pero una empresa en Silicon Valley sí. En esta era, no eres el cliente; eres el producto. Tus datos se recolectan, se empaquetan, se venden a anunciantes, se entregan a gobiernos. Y lo peor: lo aceptamos como si fuera el precio de estar conectados. Bitcoin me mostró esa realidad de una bofetada. Cuando entendí cómo sus claves privadas y su red descentralizada protegen mi identidad, vi el contraste con el mundo digital. Si Bitcoin me enseñó a tener control sobre mi dinero, ¿por qué no puedo tenerlo sobre mi vida? Los cypherpunk lo predijeron: “La privacidad en una sociedad abierta requiere sistemas anónimos de transacción.” Bitcoin es uno de esos sistemas, pero la lección es más grande: no puedes confiar en el sistema. Las corporaciones no son tus amigas; los gobiernos no son tus protectores. Si no defiendes tu privacidad, nadie lo hará. Bitcoin me mostró que puedo ser selectivo, que puedo decir “no” a la vigilancia masiva. Y tú también puedes. Acciones para tomar el control hoy Bitcoin no solo me dio una filosofía; me dio un mapa. La privacidad no es un regalo; se construye con acciones. No necesitas ser un hacker ni vivir en una cueva. Necesitas aprender a cuestionar, resistir y actuar. Aquí te dejo un camino práctico, inspirado en lo que Bitcoin me enseñó. No son trucos mágicos; son actos de rebeldía para ser dueño de tu vida en un mundo que quiere convertirte en datos. Empieza por proteger tu conexión. No uses Google, usa alternativas como Brave y si quieres ir más allá, prueba Tor. Usa una VPN cada vez que navegues y así puedes ocultar tu dirección IP, con esto, es más difícil que las webs, los proveedores de internet o los gobiernos sepan dónde estás o qué haces. No es una capa de invisibilidad, pero es como cerrar las persianas de tu casa: limita quién te ve. Hay servicios que están diseñados con la privacidad en mente y no guardan registros de tu actividad. Elige uno que respete tus principios, porque una VPN que te espía no es una VPN. Tu correo electrónico es otra puerta vulnerable. Gmail lee tus mensajes para venderte anuncios, escaneando cada palabra como si fuera un diario público. ¿Quieres que una máquina sepa tus planes, tus peleas, tus secretos? Pásate a opciones como Proton Mail, servicios que cifran tus correos y no comercian con tus datos. Enviar un correo cifrado es como sellar una carta con cera: solo el destinatario la abre. Crear una cuenta es simple, y cada mensaje que proteges es un golpe contra la vigilancia. Tus contraseñas son las llaves de tu vida digital. Usar la misma en todas partes es como dejar tu casa abierta con un letrero que dice “entren”. Usa un gestor de contraseñas como 1Password para generar y guardar contraseñas únicas y fuertes. Es como tener una bóveda para cada puerta. Bitcoin me enseñó que una clave débil puede costarte todo; aplica esa lección a tus cuentas. No confíes en tu memoria; confía en el cifrado. Sé selectivo con lo que compartes. Publicar fotos de tus hijos en redes sociales es como colgar su vida en una valla publicitaria. Esas imágenes se quedan para siempre, listas para ser explotadas por anunciantes o peores. Usa apps de mensajería cifradas como Signal para conversaciones privadas, en lugar de WhatsApp o SMS que cualquier gobierno puede interceptar. Cada foto que no subes, cada mensaje cifrado, es un pedazo de tu vida que recuperas. ¿No es eso lo que Bitcoin te enseñó? Control, siempre control. Por último, revisa los permisos de tu teléfono. ¿Por qué dejas que tus apps accedan a la cámara, micrófono y ubicación? Es como invitar a un espía a tu casa. Ve a los ajustes de tu dispositivo y desactiva los permisos innecesarios. Si una app no necesita tu micrófono, no se lo des. Si no confías en ella, elimínala. Bitcoin me enseñó a no confiar ciegamente en nadie, ni en un banco, ni en una app. Aplica esa desconfianza cypherpunk a tu vida digital. Es tu derecho, tu poder. Un manifiesto personal Bitcoin no solo cambió cómo veo el dinero; cambió cómo veo mi existencia. Me enseñó que la privacidad es la base de la libertad, que ser selectivo es mi derecho. Cada VPN que usas, cada correo cifrado, cada permiso que niegas, es una línea de código en tu propio manifiesto. En un mundo donde tus datos son mercancía, elegir cómo existes es tu rebelión. No es ser paranoico, he visto de cerca cómo el sistema intenta convertirnos en productos, cómo las corporaciones comercian con nuestras vidas. Pero también he sentido el poder de la privacidad, la fuerza de decidir quién sabe qué sobre mí. Bitcoin me dio esa lección, y ahora te la paso a ti. No dejes que Google, los gobiernos o las apps definan quién eres. Defiende tu privacidad. La libertad no se regala; se cifra, bit por bit. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Captaste el poder de Bitcoin, ahora domina su código
Ya lo sentiste. Ese chispazo cuando entendiste que Bitcoin no es solo dinero digital, no es una app para pagar o un truco para escapar de la inflación. Se trata de rebeldía, un escudo para tu derecho a la propiedad y un desafío a parte del sistema. Has captado el poder de Bitcoin: soberanía, libertad y un gesto incómodo para los bancos y gobiernos. Pero aquí no termina el camino. Usar Bitcoin es solo el comienzo. Si quieres ser realmente libre, necesitas entender su código y funcionamiento. No hablo de convertirte en programador, sino de entender la criptografía que protege tu dinero, hechos históricos como la famosa Blocksize War, los debates actuales, pasados y futuros sobre OP_Return, y las innovaciones como SegWit, Lightning Network y Taproot. Esto puede convertirse en un nuevo hobby. Es tu siguiente paso evolutivo: descifrar las entrañas de Bitcoin para ser más fuerte y más libre (incluso en apagones). El código como arma de entendimiento Bitcoin no nació en una oficina corporativa; nació en los foros y listas de correo de internet, en las mentes de rebeldes que dijeron “basta”. Es matemáticas, consenso y pura voluntad codificada. Cuando entiendes cómo funciona, dejas de ser un usuario pasivo para ser alguien más activista. No necesitas ser un genio del código; necesitas la curiosidad de preguntarte: ¿cómo protege Bitcoin mi libertad? ¿Por qué nadie puede quitármelo? La criptografía que asegura tus bitcoins no es solo un montón de números; es tu armadura contra un sistema que quiere vigilar cada paso que das. Cada mejora técnica, desde SegWit hasta Taproot, es una victoria de la comunidad para mantener Bitcoin descentralizado. La Blocksize War no fue una discusión de nerds; fue una lucha por el alma de Bitcoin, para que no cayera en manos de corporaciones. Hasta el pequeño OP_Return, un detalle menor para algunos, desata debates que muestran cómo cada byte en Bitcoin es un campo de batalla. Entender esto no es solo aprender; es empoderarte, es tomar el control. La ruta cypherpunk para descifrar Bitcoin Si eres nuevo en esto, los términos técnicos pueden parecer un código encriptado, algo que solo los hackers entienden. Criptografía, SegWit, OP_Return… ¿suena intimidante? No lo es. Aprender Bitcoin es como descifrar un mensaje secreto que te da las llaves de tu libertad. No necesitas correr una maratón; solo dar pasos firmes y con dirección. Primero, métete en la criptografía, el corazón palpitante de Bitcoin. Todo empieza con tus claves: la privada, que es como la llave de una bóveda que solo tú puedes abrir, y la pública, que compartes sin miedo. Solo con tu clave privada puedes mover tus bitcoins; nadie más, ni el gobierno, ni un banco, ni un hacker, puede tocarlos. Luego están las funciones hash, como SHA-256, que convierten datos en códigos indescifrables, sellando la blockchain como una fortaleza matemática. Las firmas digitales cierran el círculo: prueban que eres tú quien envía una transacción, sin revelar tu identidad. Estos no son solo tecnicismos; son la base de tu soberanía. Cuando entiendes la criptografía, sientes el poder de controlar tu dinero en un mundo que quiere arrebatártelo. Es como sostener un arma que nadie puede confiscar. El siguiente paso es SegWit, una mejora que marcó un hito. En 2017, Bitcoin estaba en apuros: los bloques, que guardan las transacciones, estaban llenos, haciendo las transferencias lentas y caras. SegWit (Segregated Witness) llegó como un golpe maestro: separó las firmas de las transacciones, liberando espacio y reduciendo costos. Pero no fue solo un parche técnico; fue una declaración de principios. La comunidad demostró que podía innovar sin rendirse ante presiones para centralizar la red. SegWit abrió la puerta a cosas como Lightning Network, manteniendo a Bitcoin fiel a su espíritu. Entender SegWit te muestra que Bitcoin no es un fósil; es un sistema vivo que crece sin traicionar sus raíces. Luego, sumérgete en la Blocksize War, una batalla épica entre 2015 y 2017 que definió el alma de Bitcoin. Algunos querían bloques más grandes para transacciones más baratas. Suena bien, ¿verdad? Pero había un problema: bloques grandes harían que solo empresas con supercomputadoras pudieran correr nodos, poniendo a Bitcoin en manos de unos pocos. Muchos lucharon por mantener bloques pequeños, asegurando que cualquiera con una laptop vieja pueda participar. Ganaron, y Bitcoin sigue siendo Bitcoin. Esta guerra no fue solo técnica; fue una pelea por la libertad, un recordatorio de que Bitcoin existe para empoderar a la gente, no a las corporaciones. Por último, explora OP_Return, un detalle pequeño pero incendiario. Este código permite meter datos en la blockchain, como mensajes. Parece inofensivo, pero desató una tormenta: algunos dicen que “ensucia” la red, ocupando espacio valioso; otros creen que abre posibilidades para usos creativos. Este debate es puro cypherpunk: cada byte en Bitcoin importa, y cada decisión es una discusión sobre su futuro. Entender OP_Return te enseña a pensar como un rebelde, cuestionando cada cambio y su impacto en la red. Es como afilar tu espada para la próxima batalla. Innovaciones y acción: Construye el futuro de Bitcoin Bitcoin no se queda quieto. Mientras los bancos imprimen dinero y los gobiernos espían cada transacción, los devs y la comunidad seguimos construyendo. Innovaciones como Lightning Network y Taproot están llevando a Bitcoin a nuevos horizontes, y correr tu propio nodo es tu manera de unirte a la revolución. Esto no es solo tecnología; es un movimiento. Lightning Network es la respuesta a quienes dicen que Bitcoin no puede ser práctico. La blockchain principal es una fortaleza, pero puede ser lenta y cara para pagos pequeños, como comprar un café. Lightning crea canales privados donde puedes hacer transacciones instantáneas, casi gratis. Imagina enviar dinero a otro continente en segundos, sin bancos, sin permisos. Estos canales solo registran el resultado final en la blockchain, manteniendo la red ligera y descentralizada. Pero Lightning no es solo conveniencia; es un desafío al sistema financiero. Cada transacción en Lightning es un golpe contra los intermediarios que controlan tu vida. Y lo mejor: no necesitas un doctorado para usarlo. Apps como Phoenix te dejan probarlo hoy. Taproot, activado en 2021, es otro paso hacia la libertad. Esta actualización mejora la privacidad y la flexibilidad de Bitcoin. Antes, las transacciones complejas eran fáciles de identificar en la blockchain, exponiendo detalles. Taproot las hace indistinguibles de una transacción normal, protegiendo tu privacidad. También reduce el espacio que ocupan, haciendo la red más eficiente. Para muchos, Taproot es un sueño: un Bitcoin más privado, más versátil, listo para acuerdos financieros sin bancos ni gobiernos espiando. Entenderlo no solo te prepara para el futuro; te hace parte de él. Pero el verdadero poder viene cuando tomas acción. Correr un nodo Bitcoin es el acto más activo que puedes hacer. Un nodo es una computadora que valida transacciones y bloques, asegurando que la red siga las reglas. No confías en nadie; verificas por ti mismo. Cada nodo fortalece la descentralización, haciendo a Bitcoin más resistente a la censura o los ataques. No necesitas un supercomputador; una Raspberry Pi o una laptop vieja bastan. Cuando corres un nodo, no solo usas Bitcoin: eres Bitcoin. Eres un guardián de la red, parte del consenso global. Tengo mi nodo y te juro que no hay nada más empoderador que ver tu máquina validando transacciones, diciendo al mundo: “Aquí estoy, y nadie me controla”. Un llamado al activismo He estado en momentos en que se dice que Bitcoin está muerto. He visto sus peleas, sus victorias, sus caídas. Y te lo digo, no te conformes con ser un usuario pasivo. No dejes que una app decida por ti. Domina el código. Cuestiona todo. Bitcoin no es inmutable porque sí; lo es porque la gente lo defiende Estoy aquí porque creo en Bitcoin, en la libertad, en nosotros. Busca a otros en foros, en X, en la calle. Haz preguntas, comete errores, aprende. Bitcoin es un movimiento. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Apagón en España: efectivo y Bitcoin, los rebeldes a los que el sistema teme
El 28 de abril de 2025, España se sumió en la oscuridad. Un apagón masivo paralizó el país, apagó Portugal y rozó Francia, dejando a millones sin luz, sin internet, sin bancos. Las apps de pago y cajeros automáticos se convirtieron en chatarra digital, y los supermercados se transformaron en campos de batalla donde solo se aceptó efectivo. Mientras el sistema financiero digital se arrodillaba, los billetes, esos rebeldes analógicos, salvaron el día. El apagón no fue solo una crisis; fue un despertador. Nos mostró que la utopía del euro digital es una mentira frágil, que el efectivo es un arma que el sistema quiere desarmar, y que la descentralización que nos ha enseñado Bitcoin es nuestra trinchera contra un sistema que quiere controlarlo todo y tiende a fallar con frecuencia. Esto es una advertencia: no esperes al próximo apagón para convertirte en soberano. La jaula digital: cuando el sistema se queda sin batería Cuando se fue la luz, el sistema financiero digital colapsó como un castillo de naipes mal armado. Las terminales de pago en los comercios parpadearon hasta morir, las aplicaciones bancarias mostraron pantallas de error, y los cajeros automáticos se convirtieron en muebles inútiles. Según algunos datos que he encontrado, antes del apagón, el 70% de las transacciones en España eran electrónicas, pero en cuestión de minutos, ese porcentaje cayó a cero en las zonas afectadas. Millones de personas se encontraron atrapadas, sin acceso a comida, agua o medicinas. Si la red eléctrica colapsa, ¿qué esperanza hay para un euro digital que depende de ella? El euro digital, esa fantasía de Bruselas, quedó expuesto como una farsa. Las CBDC no son progreso; son una jaula con código. Cada transacción rastreada, cada compra monitoreada, cada disidente identificado. Sin electricidad ni internet, el euro digital habría sido tan útil como un tuit en una cueva. El apagón fue una bofetada a la narrativa de la digitalización total: el sistema no es infalible, y su promesa de “modernidad” es un disfraz de conveniencia. Quieren que confíes en sus servidores, que entregues tu libertad a cambio de una app. Pero el apagón gritó una verdad que no pueden silenciar: su jaula digital tiene un interruptor, y la naturaleza –o un mal cable– puede apagarlo en cualquier momento. ¿Por qué seguimos creyendo en un sistema que colapsa tan fácil? La respuesta es simple: nos han entrenado para depender de él. Los bancos centrales y los gobiernos saben que un mundo sin alternativas es un mundo controlado. Por eso empujan las CBDC mientras demonizan el efectivo y propuestas como bitcoin. Pero el apagón nos dio una lección gratis: no confíes en quien quiere ser tu amo. Cuestiona. Resiste. Hackea el sistema con cada decisión que tomes. Efectivo: el arma analógica bajo asedio En medio del caos, el efectivo emergió como un héroe subversivo. Billetes arrugados y monedas olvidadas en un cajón permitieron comprar pan, agua, velas, mientras los móviles mostraban pantallas negras. El efectivo no necesita servidores, no pide permisos, no deja un rastro para que el Gran Hermano lo rastree. Es libertad tangible, un acto de rebeldía en un mundo que quiere digitalizar hasta tu alma. Pero el efectivo está bajo ataque. Los gobiernos y bancos centrales han declarado una guerra silenciosa contra los billetes. En España, las retiradas de efectivo están limitadas a 1.000 euros por transacción en muchos casos, y los pagos grandes en billetes pueden acarrear multas bajo la excusa de “combatir el blanqueo”. En Suecia, pionera en la sociedad sin efectivo, los comercios ya rechazan billetes, y los cajeros automáticos son una especie en extinción. La narrativa es clara: el efectivo es “sucio”, “anticuado”, un obstáculo para el progreso. Pero la verdad es más oscura: sin efectivo, cada movimiento tuyo es un dato en sus bases. Cada café, cada donación, cada viaje. Esto no es una idea conspiranoica; es una realidad que entiende que el sistema no tolera lo que no puede vigilar. El efectivo es un arma analógica, pero su poder está menguando. Los límites a las retiradas, las multas, la desaparición de cajeros: todo es parte de un plan para desarmarte. Lleva billetes en el bolsillo. Es más que dinero; es un grito de resistencia. Bitcoin: el latido descentralizado que no se apagó Mientras los bancos babeaban en la oscuridad, Bitcoin no pestañeó. Su red descentralizada, alimentada por miles de nodos y mineros en todo el mundo, siguió procesando transacciones como si el apagón fuera un chiste. España aporta solo un 0.006% al hashrate global, así que el colapso local no hizo ni cosquillas a la blockchain. Un sistema que no se arrodilla ante gobiernos, apagones ni reguladores. Como dijo Timothy May en el manifiesto cypherpunk de 1992, “la criptografía es poder para el individuo”, y Bitcoin es la encarnación de esa visión. Es dinero que no pide permiso, que no se apaga, que no se doblega. Pero no nos engañemos: Bitcoin no fue la salvación inmediata durante el apagón. Sin internet ni electricidad, la mayoría no pudo gastar sus satoshis en el súper. Hoy en día se pueden hacer transacciones offline, o incluso transmisiones por ondas de radio existen, pero son herramientas para hackers, no para el ciudadano promedio. En Ucrania, durante los apagones de 2022, Bitcoin permitió enviar ayuda humanitaria a través de fronteras, demostrando su valor en crisis prolongadas. Pero en España, donde apenas el 1% de los comercios acepta cripto, Bitcoin fue más un símbolo que una solución práctica. Esto no es un fallo de Bitcoin; es un fallo nuestro. No hemos construido la infraestructura para llevarlo a las masas. Los cypherpunks de los 90 soñaban con un dinero libre, pero ese sueño requiere acción: nodos en cada barrio, wallets offline en cada bolsillo, redes descentralizadas que no dependan de la fibra óptica de Telefónica. El apagón nos grita: adopten Bitcoin, corran nodos, aprendan a usarlo sin internet. Imagina un futuro donde cada comunidad tenga su red, donde las transacciones en Bitcoin fluyan aunque el sistema colapse. Ese es el futuro que Satoshi Nakamoto imaginó, y está en nuestras manos codificarlo. Autonomía: el acto supremo de rebeldía El apagón no solo expuso la fragilidad del sistema; nos mostró que la dependencia es una elección. Cada vez que confías en un banco, en una app, en una red eléctrica centralizada, le das poder a quienes quieren controlarte. Pero hay otra vía: la autonomía. Llevar efectivo es un acto de resistencia, pero es solo el comienzo. Correr un nodo Bitcoin en casa, alimentado por un panel solar, es un puñetazo al sistema. Usar redes para transacciones offline es un hack a la vigilancia. Guardar semillas de tu wallet en una caja fuerte es un juramento de soberanía. La autonomía no es un lujo; es la esencia del cypherpunk. Mira a tu alrededor: el sistema quiere que seas un engranaje, no un rebelde. Te dice que confíes en sus servidores, que entregues tus datos, que olvides los billetes. Pero el apagón nos enseñó que los engranajes se rompen. En Venezuela, donde los apagones son rutina, comunidades han adoptado Bitcoin y redes descentralizadas para sobrevivir. En El Salvador, donde Bitcoin es moneda de curso legal, pequeños comercios usan wallets offline para transacciones diarias, incluso en zonas rurales sin internet estable. En España, el apagón fue un recordatorio: no esperes a que el sistema te falle para actuar. Invierte en un generador, aprende a usar Tor, guarda efectivo en un lugar seguro. Cada paso hacia la autonomía es un clavo en el ataúd del control centralizado. El apagón me enseñó: nunca confíes en el sistema. Ten efectivo en casa, un nodo Bitcoin y un plan para no depender de nadie. Ese es el espíritu que necesitamos. La autonomía no es solo sobrevivir al próximo apagón; es construir un mundo donde el sistema sea irrelevante. Cada habilidad que adquieras es un ladrillo en tu fortaleza. El sistema teme a los que no lo necesitan. Haz que te teman. Un manifiesto para la resistencia El apagón del 28 de abril no fue una crisis; fue un regalo. La libertad no se pide; se toma. Lleva billetes en el bolsillo para desafiar las restricciones. Guarda satoshis y corre un nodo para fortalecer la red. El sistema quiere que seas un esclavo digital, pero el apagón nos dio las llaves para escapar. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
¿Bitcoin centralizado?: El peligro está en su tecnología, no en los gobiernos que lo acumulan
Bitcoin no es solo dinero digital; es una idea de libertad. Desde que Satoshi Nakamoto lanzó su whitepaper en 2008, la red ha crecido como un organismo vivo, sostenido por miles de personas que creen en un sistema descentralizado. Sin embargo y dado el panorama geopolítico actual, muchas preguntas y miedos han nacido ¿puede un gobierno, como el de EE.UU con su reserva estratégica, manipular el rumbo de Bitcoin? Aunque la respuesta puede conllevar cierta amenaza, el verdadero riesgo no está en las bóvedas gubernamentales, sino en la infraestructura técnica y del protocolo que da vida a Bitcoin. ¿Qué significa centralización en Bitcoin? Bitcoin es un pacto entre desconocidos (P2P). No hay un CEO ni un banco central; hay un protocolo, un conjunto de reglas grabadas en código que todos acuerdan seguir. La blockchain, ese registro inmutable, es mantenida por mineros que procesan transacciones y nodos que verifican que todo esté en orden. La gente se preocupa por los gobiernos que juntan Bitcoin, y no es para menos. Pero si miras el código y la red, verás que el peligro real está en los detalles técnicos, no en las carteras abultadas de los estados. Gobiernos con Bitcoin: mucho ruido, poco impacto Imagina que EE.UU. decide llenar sus arcas con Bitcoin. Ya tienen algo así como 200,000 BTC, confiscados en operativos como el de Silk Road. Eso es una gota en el océano de los 19.7 millones de monedas circulando. Si un gobierno lograra juntar, digamos, un millón de BTC, podría hacer temblar el mercado. Una venta masiva hundiría el precio, asustando a los inversores. Podrían presionar a exchanges para que sigan ciertas reglas o limitar la cantidad de BTC disponible para el resto. Suena grave y podría serlo, pero no tanto. Lo cierto es que Bitcoin no es una empresa que se doblega ante quien tiene más acciones. Tener un montón de BTC no te da el mando del protocolo. No puedes cambiar las reglas, como el límite de 21 millones de monedas, ni decidir qué transacciones son válidas. La red no te escucha porque seas rico; te escucha si sigues sus reglas. Mientras los mineros y nodos estén dispersos, un gobierno con muchos BTC es solo un pez gordo en un mercado, no el dueño de la red. Además, EEUU está lejos de ser el mayor poseedor de bitcoin en la actualidad Los mayores tenedores de Bitcoin (BTC) Satoshi Nakamoto: 1.100.000 BTC Binance: 647.106 BTC BlackRock iShares Bitcoin Trust (IBIT): 575.856 BTC MicroStrategy: 528.185 BTC Coinbase: 500.000 BTC Grayscale Bitcoin Trust (GBTC): 199.586 BTC Fidelity Wise Origin Bitcoin Fund (FBTC): 199.967 BTC Gobierno de EE.UU.: 205.515 BTC Gobierno de China: 194.000 BTC Block.one: 140.000 BTC *Nota: Estas cifras son estimaciones hasta abril de 2025 basadas en fuentes públicas y pueden variar debido a transacciones recientes o falta de datos precisos, especialmente para entidades privadas. Mineros: donde el poder técnico pesa Los mineros son los que hacen que Bitcoin funcione. Con máquinas especializadas, resuelven rompecabezas matemáticos para confirmar transacciones y añadir bloques a la cadena. A cambio, se llevan una recompensa en BTC. Pero la minería no es un juego de todos. Requiere energía barata y hardware caro, lo que lleva a que se concentre en ciertos lugares y manos. Por ejemplo, hasta 2021, China tenía casi dos tercios del poder de cómputo de Bitcoin. Cuando prohibieron la minería, ese poder se mudó a lugares como EE.UU., que ahora tiene cerca de la mitad. Eso es un problema: si un país decide regular o apagar a los mineros, la red siente el golpe. Peor aún, muchos mineros se agrupan en pools — como Foundry o AntPool — para compartir ganancias. Si un par de pools controlan más de la mitad del poder, podrían, en teoría, hacer cosas feas como bloquear ciertas transacciones. Pero no todo es fatalidad. Ningún pool tiene más del 30% del total, según algunos datos. Además, los mineros no son tontos: si atacaran la red, el precio de Bitcoin se derrumbaría, y con él, sus ganancias. Esto se debe a la tan mencionada teoría de juegos. La minería es un punto débil, sí, pero Bitcoin ha aprendido a adaptarse. Nodos: los guardianes invisibles Si los mineros son los obreros, los nodos son los jueces. Un nodo completo es un ordenador que corre el software de Bitcoin, guarda una copia de toda la blockchain (unos 600 GB aproximados actualmente) y revisa que cada transacción y bloque siga las reglas. No necesitan supercomputadoras ni megavatios de electricidad; con un PC decente y una buena conexión a internet, cualquiera puede ser un nodo. ¿Por qué son tan importantes? Porque los nodos son los que dicen “sí” o “no” a lo que los mineros y desarrolladores proponen. Si un minero intenta colar un bloque con algo raro — como crear más BTC de la cuenta — , los nodos lo rechazan sin pestañear. De manera similar, si los desarrolladores proponen un cambio en el protocolo que no convence a la comunidad, los nodos tienen el poder de ignorarlo, manteniendo las reglas originales. Un ejemplo claro de esto fue la bautizada Blocksize War (2015–2017), algunos desarrolladores impulsar una propuesta para aumentar el tamaño de los bloques pero muchos nodos lo rechazaron y esto llevó al hard fork que creó Bitcoin Cash en 2017, mostrando que los nodos son los guardianes de Bitcoin. La importancia de los nodos Mientras haya miles de nodos en todo el mundo, nadie puede imponer su voluntad. Son la garantía de que Bitcoin sigue siendo un sistema sin jefe. El problema es que no hay suficientes. Hay unos 22.000 nodos públicos, según Bitnodes (muchos nodos operan en modo privado, por ejemplo, a través de Tor, lo que dificulta un conteo exacto). Por otra parte, muchos usuarios confían en nodos de terceros, eso es como dejar que otro revise tu tarea: no estás realmente en control. Además, correr un nodo no es gratis. Necesitas espacio, internet estable y algo de paciencia para mantenerlo actualizado. En países con conexiones lentas o gobiernos que vigilan la red, esto puede ser un obstáculo. Sin embargo, prácticamente todos podemos montar un nodo completo de Bitcoin en casa con unos pocos cientos de dólares (el mío me costó unos 300$). Aunque ejecutar un nodo completo no genera ingresos como la minería, permite a cualquier usuario votar en las actualizaciones de la red al decidir qué versión del protocolo aceptar. ¿Dónde está el verdadero peligro? Pongamos las cosas en perspectiva: ¿Qué puedes hacer tú? Bitcoin no es un regalo; es una responsabilidad. Si quieres que siga siendo libre, tienes que poner de tu parte. Aquí van algunas ideas: Un futuro que depende de nosotros Bitcoin es un experimento que desafía al poder. No es perfecto, pero su fuerza está en su gente. Los gobiernos pueden acumular todo el BTC que quieran; no podrán tocar el protocolo mientras los nodos y mineros estén distribuidos. Como alguien que ha visto la red evolucionar, te digo: el peligro no está en las arcas estatales, sino en dejar que la infraestructura técnica se concentre. Correr un nodo no es solo un acto técnico; es un guiño a la idea de que el poder debe estar en las manos de todos. Descarga Bitcoin Core, conecta un disco duro, y únete a los miles que mantienen Bitcoin vivo. No es solo por ti; es por lo que Bitcoin representa. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Del whitepaper de Satoshi al circo blockchain: Bitcoin no es cripto
En el whitepaper de Bitcoin. Satoshi Nakamoto no escribió un plan de negocios ni un pitch para inversores; escribió un manifiesto cypherpunk, unas páginas que decía “no” a los gobiernos que imprimen dinero sin freno, a los bancos que espían cada transacción, a los sistemas que deciden quién puede gastar y quién no. Bitcoin no era solo una idea; era una rebelión. Pero hoy, esa rebelión se pierde en el ruido de blockchain, tokens y promesas de “la próxima gran cosa”. Todo se etiqueta como “cripto”, como si Bitcoin fuera primo hermano de Ethereum, Dogecoin o el token de moda que sube un 1000% en una semana. No lo es. Bitcoin es un búnker digital; el resto, en su mayoría, son startups y empresas jugando a ser revolucionarias. Es hora de aclarar las cosas. Bitcoin: La fortaleza cypherpunk Imagina un mundo donde tu dinero no es tuyo. Los bancos lo congelan si un burócrata lo ordena, los gobiernos lo devalúan para pagar sus deudas, y cada compra que haces queda registrada en un libro mayor que alguien más controla. Ese es el mundo que los cypherpunks, esos hackers y criptógrafos de los 90, querían dinamitar. Satoshi les dio el arma: Bitcoin. Bitcoin resuelve problemas que suenan a ciencia ficción, pero son dolorosamente reales. ¿Inflación? Su límite de 21 millones de monedas es una barricada contra la impresora sin fin de los bancos centrales. ¿Censura? Nadie puede bloquear tus transacciones en una red peer-to-peer global donde no hay un jefe al mando. ¿Privacidad? Aunque no es perfecto, Bitcoin te da pseudonimato, y con herramientas como Lightning Network o CoinJoin, puedes cubrir tus huellas mejor de lo que cualquier banco te permitirá. El corazón de esta fortaleza es Proof-of-Work (PoW). No es solo un tecnicismo; es la clave de la libertad. En PoW, los mineros compiten para resolver problemas matemáticos y validar transacciones. No es fácil ni barato; requiere energía, sudor digital. Pero eso es lo que hace a Bitcoin inexpugnable. Cambiar un solo bloque sería como reescribir la historia del universo: te costaría más energía de la que cualquier gobierno o corporación puede reunir. PoW no es solo tecnología; es una declaración. Como decían los cypherpunks: “No confíes, verifica”. Bitcoin te entrega las llaves para hacerlo. El circo blockchain: Smart contracts y promesas Ahora mira el otro lado. Entra al circo blockchain, donde cada proyecto promete ser “el futuro”. Ethereum, Solana, Cardano, Polkadot: todos tienen su carpa, sus luces brillantes y sus vendedores gritando que su token cambiará el mundo. No son Bitcoin, y no porque sean peores o mejores, sino porque juegan un juego distinto. Tomemos los smart contracts, como ejemplos. Un smart contract es como un pacto digital: un pedazo de código que ejecuta un acuerdo automáticamente. ¿Quieres un préstamo? Un smart contract en Ethereum puede dártelo sin un banco, liberando los fondos cuando cumples las condiciones. Suena genial, y lo es… hasta que miras debajo del capó. Esos contratos dependen de la blockchain que los sostiene, y esas blockchains suelen tener CEO, empresas o fundaciones, da igual. Equipos de desarrollo que lanzan actualizaciones, fundaciones que deciden el rumbo, o validadores que, en sistemas como Proof-of-Stake (PoS), tienen más poder cuanto más ricos son. Un smart contract puede ser “descentralizado” en teoría, pero si el protocolo cambia las reglas, tu pacto no es tan sagrado como pensabas. Hablemos de PoS, porque aquí se cae todo. En lugar de mineros gastando energía como en Bitcoin, PoS da poder a los que tienen más tokens. Es como una democracia donde los votos se compran, y los ricos siempre ganan. Ethereum, desde su cambio a PoS en 2022, funciona así, igual que Solana o Avalanche. No es necesariamente malo; es más rápido, usa menos energía. Pero no es libertad. En PoS, el control se concentra en los grandes jugadores –ballenas, exchanges, o fundaciones– que pueden doblar la red a su antojo. Compara eso con Bitcoin, donde el poder está en el hash, no en la billetera. PoW es un campo de batalla abierto; PoS es un club de élite. Y luego están los tokens mismos. Compra ETH y estás apostando por el ecosistema de Ethereum, pagando “gas” para usar sus smart contracts o especulando con su adopción. Compra BNB y eres un accionista de facto de Binance. Compra XRP y estás en el juego de Ripple, que corteja a los bancos mientras dice ser descentralizado. Estos tokens no son dinero; son como acciones en una startup tecnológica, su valor está atado a roadmaps, marketing y la fe en que la plataforma no se estrelle. No son soberanos, no son escasos como Bitcoin, y muchos tienen CEOs o VCs que los manejan desde las sombras. Son productos, no revoluciones. Bitcoin no es cripto Aquí está el tema: Bitcoin no compite en el ecosistema blockchain porque no está en el mismo ring. No tiene un caso de uso sexy como los smart contracts, no promete transacciones instantáneas ni apps descentralizadas. No necesita hacerlo. Bitcoin es dinero digital puro, diseñado para ser una roca inamovible en un mundo que no para de temblar. Su oferta fija, su red sin dueño, su resistencia a la censura –todo eso lo hace único. No hay un equipo de marketing detrás, no hay una fundación recaudando fondos, no hay un CEO tuiteando emojis de cohetes. Solo hay código, nodos y mineros, todos diciendo al unísono: “No nos rendimos”. Las otras blockchains son innovaciones tecnológicas, y está bien. Ethereum abrió la puerta a cosas increíbles, desde DeFi hasta NFTs (aunque algunos digan que eso es un circo dentro del circo). Solana quiere ser la blockchain más rápida, Cardano la más académica. Pero ninguna aspira a ser dinero soberano. Sus tokens son herramientas, apuestas, o pases VIP para sus ecosistemas. Llámalos acciones, llámalos utilidades, pero no los llames dinero. Y sobre todo, no los llames Bitcoin. Reclamar el manifiesto Estamos en un punto de inflexión. El ruido del mercado cripto –con sus pumps, dumps y promesas vacías– ha opacado el mensaje de Satoshi. Bitcoin no es una inversión para hacerte rico rápido; es una herramienta para no ser esclavo del sistema. Es el sueño cypherpunk de un mundo donde el dinero no tiene amos, donde la criptografía protege tu libertad, donde nadie puede decirte “no puedes”. Pero para verlo, hay que salir del circo. La próxima vez que escuches “cripto”, recuerda: no todo es lo mismo. Bitcoin es una fortaleza construida para resistir. El resto son carpas brillantes, algunas geniales, otras destinadas a desinflarse. En un mundo de vigilancia y control, Bitcoin sigue siendo el código que susurra: “Tú decides”. Y eso, amigos, no es solo cripto. Es algo mucho más grande. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Bitcoin: La oveja negra que el sistema quiere encarrilar
En octubre de 2008, mientras los bancos de EEUU colapsaban como castillos de naipes bajo el peso de su propia codicia, un desconocido, Satoshi Nakamoto, lanzó un manifiesto silencioso pero ensordecedor: el whitepaper de Bitcoin. No era solo una propuesta; era un grito de guerra. Una moneda descentralizada, sin CEO, sin fronteras, sin banqueros decidiendo sobre tu futuro en el sistema financiero. Bitcoin empezó como un experimento subversivo, una oveja negra pateando las cercas del corral, hoy es cortejado por los mismos que quisieron matarlo. ¿Qué pasó? El sistema no pudo destruirlo, así que ahora quiere domarlo. Un mundo al borde del abismo Retrocedamos nuevamente al 2008, Lehman Brothers se desplomó, los rescates bancarios llovieron del cielo para los intocables de Wall Street, y el ciudadano de a pie se ahogó en hipotecas podridas. La confianza en el sistema financiero no estaba rota; estaba pulverizada. En ese caos, los cypherpunks — esos criptógrafos y hackers obsesionados con la privacidad y la libertad — vieron su momento. Bitcoin no fue un accidente; fue una respuesta. Inspirado en proyectos como Hashcash de Adam Back y los sueños de David Chaum con su dinero digital anónimo, Satoshi dio el golpe maestro: una red peer-to-peer que no necesita bancos, gobiernos ni intermediarios. El bloque génesis, minado en enero de 2009, llevaba un mensaje grabado como epitafio del viejo mundo: “The Times 03/Jan/2009 Chancellor on brink of second bailout for banks”. Si eso no es punk, nada lo es. El rechazo inicial: Prohibir al intruso Al principio, Bitcoin era un bicho raro, una curiosidad para frikis y anarquistas. Pero cuando empezó a crecer, el sistema mostró los dientes. En 2011, el senador Chuck Schumer lo llamó “una forma de lavado de dinero” y exigió cerrarlo. Silk Road, el mercado negro online que usaba BTC, dio munición a los titulares: “¡Bitcoin es para criminales!”. China lo prohibió en 2013, y otros países le siguieron el paso, asustados por algo que no podían controlar. Los bancos lo tildaron de fraude, los economistas de burbuja. Pero mientras los poderosos agitaban sus garrotes, la red crecía en las sombras. Cada intento de apagarlo era como echar gasolina al fuego: los nodos se multiplicaban, los mineros se fortalecían, y el precio, contra todo pronóstico, subía. La oveja negra no solo sobrevivió; empezó a morder. El giro: De paria a trofeo Avancemos al presente. Lo que antes era veneno ahora es miel. El Salvador adoptó Bitcoin como moneda legal en 2021, un movimiento audaz que desafió al FMI y sus amenazas veladas. Estados Unidos, el gran policía financiero, vio cómo empresas como Tesla y MicroStrategy apostaban millones en BTC, y Wall Street lanzó ETFs de Bitcoin como si fueran caramelos. En 2023, la Unión Europea empezó a regular las criptomonedas no para matarlas, sino para integrarlas. Incluso China, con su mano de hierro, permite ahora minería controlada en ciertas regiones. ¿Qué pasó con la prohibición? El sistema olió los beneficios: un activo que no se infla a capricho como el dólar, un refugio contra la devaluación, una herramienta para atraer inversores. La oveja negra ya no es una amenaza; es un activo en el balance. La paradoja: ¿Victoria o traición? Aquí está el dilema. Bitcoin nació para ser libre, para esquivar las garras del control centralizado. Los cypherpunks soñaban con un mundo donde el dinero fuera del pueblo, no de los reyes. Pero ahora, con regulaciones como el MiCA en Europa o los impuestos sobre ganancias cripto en EE.UU., ¿no está el sistema encarrilando lo que juró destruir? Hay quienes dicen que es una victoria: Bitcoin obligó a los gigantes a adaptarse. Otros, más puristas, gritan traición: cada ley es una cadena, cada ETF un candado. La verdad está en el código. Mientras la red siga descentralizada, mientras los nodos sigan zumbando en garajes y sótanos, Bitcoin conserva su alma rebelde. Pero el riesgo acecha: si los gobiernos y bancos logran domesticarlo del todo, la oveja negra podría terminar pastando en su corral. El futuro: ¿Rebelión o rendición? Bitcoin sigue siendo un enigma. Países como Brasil y Argentina exploran usarlo para combatir la inflación galopante. Las stablecoins y las CBDC intentan copiar su tecnología, pero ninguna tiene su esencia: la ausencia de un jefe. El sistema lo quiere encarrilar, sí, pero Bitcoin no se deja domar tan fácil. Es un recordatorio vivo de que el poder, en última instancia, está en las manos de quienes sostienen las llaves privadas, no en los despachos de los burócratas. La pregunta es: ¿hasta cuándo resistirá? La oveja que no se rinde Bitcoin es más que una criptomoneda; es una filosofía, un desafío al orden establecido. Nació de la rabia contra un sistema roto y, contra todo pronóstico, se coló en la mesa de los poderosos. Pero no nos engañemos: cada regulación es un intento de ponerle un bozal. La oveja negra sigue corriendo libre, pero el corral se cierra. El espíritu cypherpunk — esa mezcla de código, criptografía y desconfianza en el poder — sigue siendo su corazón. Mientras haya quienes lo defiendan, Bitcoin no será solo un activo; será una revolución. Y el sistema, aunque lo adopte, nunca olvidará que esta oveja muerde. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Sobre Bitcoin, anonimato y privacidad: Desmontando las falsas creencias
En 2008, Satoshi Nakamoto lanzó Bitcoin al mundo con una premisa revolucionaria: un sistema de dinero digital descentralizado que no depende de bancos ni gobiernos. Inspirado por los ideales cypherpunk — un movimiento que aboga por la criptografía como herramienta de emancipación individual — , Bitcoin prometía empoderar a los usuarios frente a la vigilancia masiva y el control financiero. Sin embargo, a medida que su adopción creció, surgieron malentendidos sobre su relación con el anonimato y la privacidad. Aquí quiero explorar estos conceptos, desmontar falsas creencias y subrayar la importancia de comprender las limitaciones y posibilidades de esta tecnología. Anonimato vs. privacidad: una distinción fundamental Antes de abordar Bitcoin, es crucial diferenciar dos términos que a menudo se confunden. El anonimato implica la ausencia total de identificación: una acción o transacción no puede vincularse a una persona bajo ninguna circunstancia. La privacidad, en cambio, es el control sobre qué información se comparte y con quién, incluso si la identidad del individuo es conocida. En palabras de Eric Hughes, autor del Manifiesto Cypherpunk de 1993: “La privacidad es necesaria para una sociedad abierta en la era electrónica. No podemos esperar que los gobiernos, las corporaciones o cualquier otra entidad nos la concedan; debemos defenderla nosotros mismos”. Bitcoin, como herramienta, no ofrece anonimato por defecto, sino un nivel de privacidad que depende de cómo se use. Esta distinción es el primer paso para desmantelar los mitos que lo rodean. Bitcoin: ¿Anónimo o pseudoanónimo? Una creencia común es que Bitcoin es un refugio para transacciones completamente anónimas, este es un mito alimentado por su asociación con el mercado clandestino de Silk Road en los primeros años. La realidad es más matizada: Bitcoin es pseudoanónimo. Las transacciones se registran en una blockchain pública, un libro contable inmutable que cualquiera puede inspeccionar. Cada transacción vincula direcciones alfanuméricas con cantidades de BTC, pero no incluye nombres ni datos personales directamente. Sin embargo, esta pseudoanonimidad tiene límites. Si una dirección se asocia a una identidad real — por ejemplo, al comprar BTC en un exchange regulado que exige verificación (KYC) — las transacciones pueden rastrearse. Empresas de análisis blockchain, como Chainalysis, han perfeccionado técnicas para correlacionar direcciones con patrones de comportamiento, erosionando aún más la percepción de anonimato. Como dijo Hal Finney, uno de los primeros en adoptar Bitcoin: “La privacidad en un sistema abierto requiere esfuerzo consciente”. Falsas creencias y realidades El espíritu cypherpunk y el futuro de la privacidad Para muchos, Bitcoin no es solo una moneda, sino una declaración: el dinero puede existir sin intermediarios, y la privacidad es un derecho que se reclama, no se pide. Sin embargo, la evolución de Bitcoin también revela tensiones. Mientras los exchanges centralizados y las regulaciones KYC se expanden, el ideal de autonomía se diluye. Al mismo tiempo, proyectos como Monero (enfocado en anonimato por diseño) o mejoras en Bitcoin (como Taproot) muestran que la comunidad sigue luchando por esos principios. La lección es clara: la tecnología no es neutral. Bitcoin ofrece herramientas para la privacidad, pero su eficacia depende de los usuarios. Como escribió Timothy C. May en el Crypto Anarchist Manifesto: “La criptografía reordena el poder”. En un mundo de vigilancia ubicua, entender y usar estas herramientas es más urgente que nunca. Bitcoin no es un pase mágico al anonimato, sino un sistema pseudoanónimo que empodera a quienes priorizan la privacidad. Desmontar las falsas creencias sobre su funcionamiento no solo aclara su naturaleza, sino que invita a una reflexión más profunda: en la era digital, la libertad financiera y personal no viene dada; se construye. Inspirados por el legado cypherpunk, los usuarios de Bitcoin tienen la oportunidad — y la responsabilidad — de forjar un futuro donde la privacidad no sea un lujo, sino una norma. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café en forma de sats a geralrock@blink.sv
Bitcoin y la búsqueda de la soberanía: cuatro niveles hacia la libertad cypherpunk
En un mundo donde los gobiernos rastrean cada aspecto de la vida, censuran a voluntad y tratan de eliminar la autonomía y soberanía personal, Bitcoin emerge como un estandarte de resistencia. Inspirado por los cypherpunks — programadores y visionarios que soñaron con un futuro donde la privacidad y la libertad fueran inalienables -, Bitcoin no es solo una herramienta financiera, sino una declaración filosófica: el poder debe volver al individuo. Alcanzar esa soberanía no es automático; requiere un viaje consciente a través de niveles de conocimiento, práctica y compromiso. Aquí te presento cuatro etapas en ese camino hacia una soberanía absoluta, cada una un paso más cerca de los ideales cypherpunk de privacidad, seguridad y control absoluto. En mi caso, fue algo que me tomó cerca de 3 años en los que fui escalando de niveles, sin contar que antes de eso, estuve unos cuantos más solo en el primero de ellos. Nivel 1: Ser principiante con un desconocimiento y dependencia total de un tercero En el inicio, un usuario de Bitcoin es un prisionero voluntario de la comodidad. Compra sus satoshis en un exchange centralizado — Coinbase, Binance, un neobanco — y los deja allí, confiando en la “seguridad” de un tercero. Sus claves privadas, el corazón de su soberanía, no están en sus manos; su identidad, expuesta a través de KYC, queda vinculada a cada movimiento. Este nivel es la antítesis del propio Satoshi: un sistema donde el usuario es vigilado, sus fondos están a merced de hackers o confiscaciones del gobierno, y su libertad, por supuesto, es una ilusión sostenida por la conveniencia. El principiante no ve las cadenas porque no las siente aún. Pero la historia de Mt. Gox y más reciente de Bybit o bloqueos de cuentas demuestra que la dependencia es vulnerabilidad. Para los cypherpunks, este nivel es un punto de partida inaceptable: “Si no controlas tus claves, no controlas tu bitcoins”. La soberanía comienza con el rechazo a la custodia ajena. Nivel 2: el despertar y los primeros pasos hacia el control El usuario básico da un paso tímido hacia la libertad. Retira sus bitcoins del exchange y los guarda en una wallet propia (particularmente me gusta Exodus). Por primera vez, sostiene sus claves privadas, un acto que resuena con el manifiesto cypherpunk de Eric Hughes: “La privacidad requiere que las personas tomen medidas para protegerse”. Una contraseña básica protege sus fondos, pero la superficie apenas se rasga: las compras siguen atadas a exchanges con KYC, y la seguridad es frágil como un castillo de naipes. Aquí, el usuario despierta a la idea de autonomía, pero sigue expuesto. Su dirección IP no está oculta, sus backups son improvisados, y la privacidad sigue siendo un lujo lejano. Es un avance, sí, pero insuficiente. La seguridad sin privacidad es una victoria a medias; el control sin anonimato, una revolución incompleta. Nivel 3: El guardián con seguridad y un vistazo a la privacidad En el nivel intermedio, el usuario abraza la responsabilidad con seriedad. Sus bitcoins se resguardan en una wallet hardware ( yo utilizo Trezor). Las compras migran a terrenos más libres como plataformas P2P (yo uso hodlhodl.com), evitando las garras del KYC. Una VPN (yo uso toda la suite de Proton), y los backups encriptados se convierten en un ritual sagrado. Este es el guardián que comprende que la seguridad no es negociable y que la privacidad es un derecho que debe reclamarse. Sin embargo, el nivel 3 sigue siendo un compromiso. La dependencia de hardware de terceros introduce un punto débil; la reutilización de direcciones públicas deja huellas en la blockchain. Para los cypherpunks, este nivel es un refugio temporal, no un destino. Como dijo Timothy May en el Crypto Anarchist Manifesto, “la tecnología criptográfica permite a los individuos tomar el control de su información”. El guardián está cerca, pero aún no es libre. Nivel 4: El soberano con privacidad sólida y autonomía práctica El nivel final es la culminación de la filosofía cypherpunk: el usuario soberano que no solo controla sus bitcoins, sino que los blinda contra cualquier intrusión. Lo más importante aquí es que corre un nodo Bitcoin personal (yo hice el mío con una Raspberry Pi) para validar cada transacción sin confiar en nadie y las compras son P2P o plataformas descentralizadas, además de usar la billetera de Sparrow (requiere conocimiento técnico) Este soberano no es un ideal inalcanzable, sino un estado práctico. No necesita minar sus propios bitcoins ni vivir fuera de la red; usa herramientas accesibles para reclamar lo que le pertenece. Los riesgos son mínimos porque el conocimiento los neutraliza. Aquí, la visión de los cypherpunks se hace realidad: “La privacidad en una sociedad abierta requiere sistemas criptográficos”, escribió Hughes. El soberano no pide permiso; simplemente existe. El camino cypherpunk: un llamado a la acción Bitcoin no es un regalo; es una herramienta que exige compromiso. Cada nivel es un acto de resistencia contra la vigilancia masiva, la centralización del poder y la erosión de la libertad. El principiante vive en la jaula; el básico la abre; el guardián sale de ella; el soberano la destruye. Pero este viaje no es solo técnico: es filosófico. Los cypherpunks nos enseñaron que la privacidad no se negocia, que la seguridad es un derecho, y que la soberanía es la meta. Avanzar entre estos niveles requiere aprender, cuestionar y actuar. Del exchange al nodo, del KYC al anonimato, cada paso es una declaración: no seremos controlados. En un mundo que busca domesticar a Bitcoin, el soberano cypherpunk lo mantiene salvaje, fiel a su esencia. ¿En qué nivel estás? Coméntame en mi cuenta de X y si necesitas ayuda, con gusto podemos hablar. 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Bitcoin como estilo de vida: La píldora naranja que lo transformó todo
Aún desconcertado y lleno de preguntas, entré en una habitación oscura, casi ceremonial donde en el centro de la escena, estaba él, sentado en un sillón rojo, elegante y desgastado, que me recordó a un trono. Me observó a través de sus gafas oscuras y tras un breve intercambio de palabras sobre la naturaleza de la realidad y el motivo de nuestro encuentro, llegó el momento crucial: extendió sus manos, en cada una sosteniendo una píldora. En su mano izquierda, la pastilla azul; en su mano derecha, la pastilla naranja. Aún con muchas dudas, estiré la mano hacia la pastilla naranja con una firme decisión de buscar la verdad, sin importar cuán transformadora sería y desde entonces todo se ha resumido en Bitcoin como estilo de vida. Este post trata de eso, de contar cómo ha sido mi caída por la madriguera Bitcoin… Bitcoin en transición: de la inversión a la filosofía Mi historia personal de descubrimiento de Bitcoin es parecida a la de muchos otros. Los primeros pasos fueron viéndolo como un instrumento más de inversión que agregar a un portafolio diversificado, sin embargo, la curiosidad me llevó a indagar más y me encontré con que Bitcoin y las criptomonedas son solo la punta del iceberg de la tecnología blockchain que hay detrás. Una vez descubierto esto y luego de vivir una luna de miel con todo el ecosistema cripto, he pasado a formarme una opinión más crítica, incluso, acerca de la burbuja blockchain que se está creando y la falta de valor real que existe detrás de muchos proyectos. También me he convertido, un poco, en maximalista, al separar Bitcoin del resto de criptomonedas. Aquí es donde realmente he tomado la píldora naranja y he adoptado Bitcoin como estilo de vida. Viendo a Bitcoin, incluso, como moneda política, he comprendido las distintas formas que tiene de aportar valor, desde una redefinición de la propiedad privada, moneda de cambio o rebeldía al sistema. Sin embargo, aunque me considero un divulgador de toda esta filosofía actualmente, sentía que estaba listo para dar el siguiente paso y es donde también me encuentro hoy en día. De la filosofía a lo técnico: la necesidad de entender Bitcoin más allá Cuando me puse de pie luego en un duro combate contra el Agente Smith, también conocido como el sistema, algo había cambiado. En ese momento, el mundo a mi alrededor, que antes era percibido como objetos sólidos (bancos, gobiernos y entes reguladores), se transformó. No vi más que líneas de código naranjas que caían verticalmente, un lenguaje digital que revela la verdadera estructura de la Matrix, de Bitcoin. Lo más sorprendente fue que puede detener varias balas disparadas por este sistema. Dichas balas, ahora también líneas de código, se detuvieron en el aire y cayeron al suelo, inofensivas. Así me sentí cuando, luego de un tiempo de predicar la palabra de Bitcoin, me interesé por aprender sobre programación. Mi idea es clara: entender el código. No solo quiero comprender BTC desde sus entrañas, también quiero aprender a desarrollar la lógica de programación que existe detrás de cualquier proyecto blockchain. Vengo de carreras no técnicas y aunque traté de entender los smarts contracts a la primera, me di cuenta que para correr, primero hay que gatear, así que estoy disfrutando mi camino de aprendizaje en otros lenguajes como Python que son mucho más amigables con los principiantes. Eso sí, mi horizonte lo tengo claro. La transformación que Bitcoin trajo a mi vida Bitcoin no solo cambió mi relación con el dinero, sino también con el aprendizaje, la tecnología y la libertad. Ha despertado a una persona mucho más crítica de lo que ya era, me ha enseñado nuevas corrientes políticas y me ha conectado con una comunidad de individuos que nos estamos relacionando en busca de una soberanía absoluta más allá de las leyes establecidas en la actualidad. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café geralrock@blink.sv
Bitcoin es una moneda política: propiedad privada en su máxima expresión
Recientemente he escuchado un par de debates sobre si Bitcoin es una moneda política o no y aunque hay quienes argumentan que su filosofía va mucho más allá de una sola corriente de pensamiento, yo sí creo que claramente muestra unos ideales políticos bien definidos. Si bien es cierto que no sabemos qué militancia tenía Satoshi Makamoto, sí podemos estar seguros que Bitcoin fue creado como una oposición a todo lo que representaba, y sigue representando, la figura del estado y sus gobiernos. La conexión de Bitcoin con el liberalismo y las políticas de derecha Una de las definiciones que más me gusta sobre Bitcoin, es aquella que habla de la soberanía individual y el mayor ejemplo de propiedad privada. Dicha características son claramente identificables con corrientes como el liberalismo. Ser un holder de Bitcoin con una verdadera custodia de las frases semillas también implica una resistencia al control estatal. Aunque la gran mayoría de posturas políticas de derecha no eliminan por completo la intervención del gobierno en la vida cotidiana del ciudadano, sí la limita bastante, así que BTC podría tener más sinergía con estas formas políticas. Bitcoin como rechazo al socialismo y el comunismo Según uno de los últimos reportes Global Findex 2021, la población no bancarizada llega a las 1400 millones de personas, es decir, aquellos que no tienen acceso a servicios financieros formales y muchos de estos, han encontrado en las criptomonedas una solución. Por otro lado, Bitcoin ha facilitado el acceso a las finanzas al eliminar barreras tradicionales, permitiendo que personas de cualquier lugar del mundo participen en la economía global y esto es algo que va ligado a los principios típicos de corrientes políticas de izquierda, como la búsqueda de equidad y la inclusión. Aunque lo anterior puede ser cierto, existe otra verdad mucho más poderosa que deja casi sin validez lo anterior. Bitcoin, al ser considerado como una propiedad privada en su máxima expresión, choca directamente con las políticas de izquierdas que buscan tener un mayor control de la población, y en casos extremos como Venezuela y Cuba, expropiar empresas privadas y confiscar bienes individuales. Bitcoin también es una forma de protesta económica Independientemente de la inclinación política que se tenga, también se puede afirmar que Bitcoin es una protesta económica contra los individuos que manejan las políticas monetarias en distintos lugares del mundo. Instituciones como FED (Reserva Federal), la SEC (La Comisión de Bolsa y Valores) e incluso la Unión Europea, ha generado un malestar generalizado entre el grupo de individuos que buscan regular. Con esto no quiero decir que las regulaciones sean malas, sino que muchas veces han sido diseñadas por desconocedores en la materia o simplemente han sido mal implementadas. Todo este panorama, ha hecho que cada vez más personas abracen Bitcoin como una salida a todo lo establecido hasta el momento. Incluso, luego de conocer las propiedades y propuesta de valor que tiene la criptomoneda más importante de todas, algunos que no tenían interés en la política, se han sentido identificados con líneas de pensamientos como el liberalismo. ¿Crees que Bitcoin es una moneda política? Me gustaría conocer tu opinión en forma de comentario a través de mi cuenta de X que te dejo más abajo. Esta columna surgió luego de escuchar un debate que se realizó en la Watch Out, Bitcoin! 2024. Si te gusto este contenido y crees que aporta valor, te invito a que me lo hagas saber. Puedes seguirme en X geralrock o invitarme un café geralrock@blink.sv
Ser holder de Bitcoin: la paciencia como arma y manifiesto de libertad
Ser un holder de Bitcoin es casi como un súper poder en una era tan frenética como la actual. A manera de analogía, se podría decir que el mundo de las criptomonedas se mueve en años perrunos, por ello, la paciencia es una virtud subvalorada dentro de este ecosistema. Ser holder de Bitcoin también es un manifiesto de libertad, no solo contra el sistema sino contra el mismo FOMO que existe dentro del mundillo de las criptomonedas. Ser holder de Bitcoin también es mostrar resistencia a los ciclos del mercado y las críticas de conocidos, amigos y familiares que juzgan la fuerte convicción que se tiene sobre la invención de Satoshi. ¿Cómo llegas a ser un verdadero holder de Bitcoin? Creo que la verdadera esencia que hay detrás de un holder de Bitcoin no radica simplemente en comprar BTC y mantenerlo en el tiempo, va mucho más allá. Es llegar a un punto donde poco importa su precio y capitalización de mercado, por el contrario, el verdadero valor viene de sus aspectos técnicos y filosóficos. En México existe una expresión que se utiliza para concientizar a la población de cómo se debe actuar después de un terremoto “no corro, no grito, no empujo” y dicha frase también describe muy bien lo que es ser un holder de Bitcoin, sobre todo en tiempo cuando su cotización con respecto al dólar toca máximos históricos o cae de manera desenfrenada. Ser holder de Bitcoin es una declaración de independencia Una de las definiciones que más me gusta de Bitcoin es aquella que habla de empoderamiento y soberanía individual. Por lo tanto, ser holder de Bitcoin es vivir en un estado permanente de libertad e independencia. Hay quienes asocian ser holder de Bitcoin con el maximalismo y aunque podrían tener algo de verdad, acumular fracciones de BTC va mucho más allá. Como siempre menciono, es un acto de rebeldía puro contra la imposición de lo ya establecido por el sistema y aceptado como correcto. Ser holder de Bitcoin también es tener la posibilidad de desconectarse del sistema tradicional y tener el verdadero control total sobre tu dinero, una toma de decisión real sobre muchos aspectos de la vida cotidiana que antes pensabas que estaba a tu alcance pero no era así. Ser holder de Bitcoin en el estado más banal posible Como seres humanos que somos, no podemos dejar de un lado los aspectos más caprichosos y egocéntricos que muchas veces tenemos, así que ser holder de Bitcoin también es ser reconocido con la verdad cuando el tiempo no las da. Ser holder de Bitcoin en su estado más puro es sentarse en un banco al lado del camino y ver cómo todo pasa. Es estar tranquilos y tener la firme convicción de que estamos ante algo nunca visto que tiene más de un “fundamental” que hará que su tendencia sea alcista en cuanto al valor real que le aporta a la sociedad, crea o no en él. ¿Qué significa ser un holder para ti? Si quieres, puedes dejarme tus comentarios en mi cuenta de X que te dejo más abajo y con gusto me encantará entablar una conversación contigo.
¿Qué le da valor a Bitcoin?
No quiero comenzar esta entrada sin antes aclarar que el querer otorgarle valor a algo es un ejercicio meramente subjetivo, pues cada quien tiene criterios muy personales para valorar ese algo en función a distintos factores como la necesidad que se esté cubriendo. Dicho esto, usaré el “valor de Bitcoin” a lo largo de estas líneas para hablar tanto de las características que inciden directamente en su precio así como otros factores, un poco más políticos y filosóficos quizás, que también aportan valor a mucha gente más allá de su cotización. Factores clave que le dan valor a Bitcoin Hay un aspecto que nunca se puede perder de vista y es que Bitcoin es una invención completamente nueva en el mundo. Por ello, tratar de compararlo con cualquier otro activo es una práctica que carece de igualdad de condiciones. Satoshi dio un golpe sobre la mesa el día que presentó el whitepaper de Bitcoin y es que la primera gran característica que le da valor a Bitcoin — y lo hace único — es su escasez y limitación de suministro a 21 millones. Volviendo a las características que le dan valor a Bitcoin, hay que mencionar la confianza y descentralización. Nakamoto fue muy claro en el problema que pretendía resolver: un sistema de dinero electrónico peer-to-peer sin necesidad de un tercero de confianza y validado por toda una red de usuarios conectados. A todo esto, hay que sumarle una criptografía avanzada que ofrece seguridad. Algo que resaltan los más maximalistas. Por otro lado, también se tiene que mencionar la portabilidad y divisibilidad. Se podría decir que es el activo más fácilmente transferible y puede enviarse a cualquier parte del mundo en minutos. Además, cualquier persona, sin importar su nivel económico, puede adquirir una fracción de Bitcoin — o stats- , lo cual mejora su accesibilidad y uso como medio de intercambio. El valor de Bitcoin por sus ideas liberales Haciendo referencia a lo que comenté al comienzo de la entrada, este podría ser el apartado más subjetivo. Para muchos, el valor de Bitcoin tiene grandes trasfondos políticos y relación con ideas vinculadas al liberalismo. Desde los cypherpunks, e incluso mucho antes, han existido grupos de personas que han valorado la libertad individual por sobre todas las cosas y uno de los grandes aportes que otorga Bitcoin es la soberanía y el derecho de propiedad. El liberalismo clásico enfatiza el derecho de las personas a tomar sus propias decisiones económicas sin intervención excesiva del Estado. Bitcoin encarna esta rebeldía al permitir que cualquier individuo pueda tener, transferir y recibir dinero sin necesidad de intermediarios ni autorización de una entidad central. En general, Bitcoin desafía las estructuras centralizadas y obtiene su valor no de un respaldo físico o de una autoridad central, sino de su escasez, tecnología y sobre todo, la confianza de sus usuarios que incluso le dan múltiples significados de lo que es BTC para ellos.
Qué es el maximalismo de Bitcoin: filosofía y controversias
Plantearme hablar sobre el significado del maximalismo en Bitcoin es casi tener que tomar una postura acerca de la invención de Satoshi, sin embargo mi intención con este artículo es brindar una mirada amplia a lo que este concepto puede representar. Lo primero que debo decir, tal como comenté en una entrada anterior, es que la definición y camino para descubrir Bitcoin es muy distinto y personal para cada quien, por ello, todo será relativo y dependerá de la experiencia de cada individuo. Al hablar de maximalismo pasa lo mismo, para algunos es un término peyorativo mientras que para otros puede ser sinónimo de grandeza. Tratemos de mirar el abanico de definiciones que suelen atribuirse a ese término… ¿Qué es el Maximalismo de Bitcoin? Para empezar, la RAE lo explica como una posición extrema o radical, especialmente en política. Esta definición va muy de la mano con la percepción que existe en Bitcoin donde se puede llegar a pensar que es la única opción realmente descentralizada y confiable, y que todas las demás criptomonedas son innecesarias o incluso dañinas para el ecosistema. Del otro lado de la acera están quienes usan este término para referirse a entusiastas de Bitcoin radicales con los que no se puede negociar o discutir sobre el amplio ecosistema de las criptomonedas. Incluso, usar la frase “es que eres un maxi” es la excusa perfecta para terminar una conversación. Veamos los orígenes del maximalismo dentro Bitcoin Aunque no existen hechos concretos que marquen la historia del maximalismo dentro de Bitcoin, se podría mirar un punto de partida en los cypherpunks y el movimiento por la privacidad en línea de los años 90. También han habido otros personajes que durante los primeros años de las criptomonedas, marcaron su postura muy “maximalista” hacia Bitcoin. Así ha sido el caso de Hal Finney, Nick Szabo, Adam Back o Andreas Antonopoulos, aunque este último también ha hecho guiños a otros proyectos como Ethereum. Curiosamente y consumiendo uno de mis podcast favoritos (que sirvió de inspiración para esta entrada), descubrí que la expresión de “maximalismo de Bitcoin” casi se le puede atribuir a Vitalik Buterin en una publicación de 2014 donde afirma que: “Una de las últimas ideas que ha llegado a alcanzar recientemente cierta prominencia en partes de la comunidad de Bitcoin es la línea de pensamiento que ha sido descrita como “maximalismo dominante de Bitcoin” o simplemente “Maximalismo de Bitcoin” para abreviar, esencialmente, la idea de que un entorno de múltiples criptomonedas competidoras es indeseable, que es incorrecto lanzar “otra moneda”, y que es justo e inevitable pensar que Bitcoin tome una posición de monopolio en la escena de la criptomoneda” Aunque dicho artículo aborda varios aspectos técnicos, me quedo con el término que usó Vitalik de “maximalismo dominante de Bitcoin” que contiene una verdad absoluta o hecho objetivo: Bitcoin es la criptomoneda que domina todo el ecosistema y nunca, hasta la fecha, ha perdido tal posición. Solo basta con ver el gráfico. Maximalismo contra el scam cripto Por otro lado, algunos de los que se consideran maximalistas de Bitcoin casi tienen un compromiso con el ecosistema y es alertar a nuevos usuarios de posibles estafas. Una vez, un desarrollador, que poco le interesa el mundo cripto, me dijo que la gran mayoría de proyectos blockchain eran un potencial ponzi ¿por qué? Pues todos tienen una empresa visible detrás que siempre puede darse a la fuga con el dinero de sus holders. También existe otra realidad y es que el ecosistema cripto está plagado de gente que busca una rentabilidad económica inmediata. Hay una gran parte de la comunidad que son “cazadores de airdrops” y están saltando de un proyecto a otro para cambiar tokens siempre pensando en términos de beneficios monetarios. En contraposición a ello, se podría decir que a un maximalista de Bitcoin no le interesa mucho el precio sino está aquí por un tema filosófico o de principios. En términos generales, no creo que esté mal que existan los maximalistas de Bitcoin, siempre y cuando este término no se utilice para agredir a quienes solo les interesa BTC o a quienes tienen una visión más amplia dentro del mundo cripto. Si llegaste a este punto, me gustaría conocer tu opinión al respecto, te invito que me la hagas saber a través de mi cuenta en X @gelrarock o puedes invitarme un café geralrock@blink.sv
La burbuja blockchain y sus aplicaciones que no solucionan nada
Cuando Satoshi publicó el whitepaper de Bitcoin en 2008, explicó un nuevo sistema de dinero digital P2P. Curiosamente, nunca utilizó el término blockchain para describirlo, aunque sí uno muy semejante, el de chain of blocks que contendrían transacciones agrupadas y protegidas mediante criptografía. Hoy, esta “solución blockchain” de la que tanto se habla, se quiere aplicar a problemas que en realidad no necesitan de dicha tecnología y están creando, lo que considero, una moda y burbuja muy parecida a la de las puntocom por allá en el 2000. Lo cierto es que, aunque blockchain tiene aplicaciones genuinas y valiosas se está usando como una “solución mágica” para todo. El hype de blockchain Bitcoin dio un golpe en la mesa al presentar una tecnología revolucionaria de dinero descentralizado. Sin embargo, el potencial de blockchain parece que está siendo explotado, no en el buen sentido de la palabra, sino por empresas y sobre todo, nuevos “consultores”, que buscan capitalizar su popularidad. Como resultado, ahora estamos ante un panorama donde se propone esta tecnología como el condimento perfecto que puede rescatar una mala comida. No hay que olvidar que estamos hablando de una tecnología y la evolución natural de este sector siempre ha sido detectar un problema y buscar una solución, no lo contrario. De hecho, eso es en esencia Bitcoin: un sistema que soluciona el problema de los pagos entre personas sin la necesidad de un tercero de confianza y prevenir el doble-gasto. Además, comprende toda una filosofía de la libertad, de ello hablé en un post anterior. Aplicaciones innecesarias de blockchain a los problemas que no existen Hay tres características básicas de blockchain: transparencia, descentralización e inmutabilidad. Ahora bien, teniendo esto presente, se debería repetir como un mantra y preguntarse si realmente una empresa necesita esta trilogía, de lo contrario, no se estaría hablando de blockchain sino de otras soluciones tecnológicas que ya existen. Basta solo con preguntarse, cuántas empresas quieren realmente descentralizarse y entregar el poder. Por otro lado, hay tareas que no necesitan ser inmutables. Lo que realmente ocurre y como he expresado antes, se busca aplicar la palabra blockchain para hacerlo más llamativo y quizás, sacar mayor rentabilidad. Solo hay que ver dos ejemplos claros donde se está generando costos elevados sin una propuesta de valor real. Para evitar que a blockchain se le siga etiquetando de estafa relacionada a las criptomonedas, es esencial evaluar cuándo su implementación es realmente necesaria. Creo que más tarde que temprano va explotar esta gran burbuja y solo sobrevivirán los más fuertes, tal y como reza la teoría de Charles Darwin. Así como pasó con empresas como Amazon o Google que fueron las que estaban solucionando problemas reales en sus inicios. Si eres un aficionado o estás interesado en invertir en algún proyecto blockchain, tómate un tiempo para estudiarlo y pregúntate si realmente lo entiendes, tal y como en el post donde te pregunté ¿Que significa Bitcoin para ti?
¿Qué significa Bitcoin para ti?
Responder a la interrogante de ¿Qué significa Bitcoin? no es tarea fácil y tal vez sea la pregunta más difícil para quienes recién se inician o incluso aquellos que ya tienen años estudiando. De hecho, se podría decir que esta compleja respuesta es precisamente una de las características que lo hace tan poderoso y personal. Aunque no adelantaré mi definición, estoy convencido de que no existe una verdad absoluta. En mi caso específico, la visión sobre Bitcoin ha ido evolucionando con el tiempo, incluso ha llegado a abarcar más de una perspectiva al mismo tiempo. Bitcoin como refugio de valor Se podría decir que éste es el estado actual del significado sobre Bitcoin y la razón por la cual la gran mayoría de personas tienen el primer contacto. Solo basta con leer las noticias para ver como muchos lo ven como un refugio de valor parecido al oro y lo convierte en un escape de la tiranía inflacionaria de los bancos centrales y gobiernos. Recuerda, su política monetaria es inquebrantable: 21 millones, ni uno más. En otras ocasiones, también he dicho que es un refugio de valor no solo económico, sino filosófico. Bitcoin representa la posibilidad de poseer valor fuera del sistema tradicional que ha fallado una y otra vez. Se trata de libertad, soberanía y descentralización. Bitcoin como moneda de cambio Aunque puede que ésta sea la idea que menos comparto o por lo menos no en el corto o medio plazo, no hay que negar que Bitcoin permite el intercambio directo entre dos personas, sin restricciones, sin censura siendo dinero puro, libre, fluido. En los últimos años, he conocido historias de personas que han movido su economía personal, casi en su totalidad a BTC, sin embargo, siempre necesitarán del dólar o euro para poder optar a otros productos o servicios. Recordando al famoso libro del Patrón Bitcoin, veo muy lejano la posibilidad de que esto ocurra aunque admiro a aquellos que lo ven desde una perspectiva de empoderamiento y donde cada transacción es una declaración de independencia. Aún así, dejo la pregunta… Si BTC es tan escaso ¿Por qué gastarlo en vez de acumularlo? Bitcoin y el derecho de propiedad Bitcoin redefine el concepto de derecho de propiedad en el mundo digital. Al mantener tus claves privadas estas poniendo en marcha una revolución en cómo entendemos lo que significa poseer algo. Hoy en día tenemos ejemplos claros como Ucrania o Venezuela. Estamos ante un mundo donde cada vez más cosas están siendo controladas por gobiernos, desde cuentas bancarias hasta nuestros datos personales. Históricamente se ha considerado al ladrillo, es decir, el tener una casa, como la cúspide de la propiedad privada, sin embargo, existen las expropiaciones y ese terreno donde hoy reposa tu propiedad puede ser de interés para una cúpula política que decida arrebatarlo de forma “legal” para sus propios intereses. Los cypherpunks lo entendían muy bien: si no controlas tus claves, no controlas tu dinero. Bitcoin es tu derecho a la soberanía financiera. Bitcoin como filosofía y rebeldía al sistema Ésta es, quizás, la visión más apasionada y menos “adopción masiva” que existe. Es la rebeldía pura contra el sistema bancario y el estado Gran Hermano. Hay que recordar que Bitcoin nace bajo la convicción de que el sistema tradicional está roto y corrupto. Es una declaración de independencia digital que trasciende al mundo físico. Se podría decir que es casi una lucha heróica por la soberanía donde los individuos, nosotros, somos los máximos garantes de nuestra libertad individual y colectiva. ¿Qué significa Bitcoin para ti? Lo importante es que, sea lo que sea, Bitcoin te da poder. Te devuelve el control, y te permite decidir.
Cypherpunk y Bitcoin: una filosofía hacia la libertad
Hoy en día se habla mucho de Satoshi Nakamoto pero la realidad es que tanto él como Bitcoin son la consecuencia de un movimiento que surgió en la década de 1990 llamado cypherpunk. Ellos, unos activistas y programadores, creían firmemente que la criptografía podía proteger la privacidad y resistir el control de las entidades centralizadas. Veían la tecnología como una herramienta para combatir la vigilancia masiva y promover la libertad individual. Sus textos, en diferentes épocas de publicación, son reflejo claro de sus pensamientos: Esta corriente fue la base sobre la que luego construiría su proyecto Satoshi en 2009, de hecho, mucho se especula si quien o quienes estuvieron detrás de la creación de Bitcoin, fueron parte de esa generación inicial de cypherpunk. Cuesta mucho pensar lo contrario si se leen fragmentos de los textos publicados por este colectivo, como por ejemplo, el de Timothy C. May en 1988, es decir, 20 años antes de la aparición de Bitcoin. Podría pensarse que Bitcoin representa la culminación de esta filosofía, o por lo menos uno de sus puntos más altos: un refugio de soberanía y resistencia al sistema. Bitcoin: La materialización de los ideales Cypherpunk y una herramienta de soberanía ante la crisis del estado. El sistema está centralizado y controlado por bancos y gobiernos, como consecuencia, nosotros, los ciudadanos, hemos quedado vulnerables a las políticas monetarias y las crisis económicas. Se han congelado cuentas, limitado transacciones e incluso, impuesto límites de desplazamiento con efectivo. En ese sentido, Bitcoin quiere dar un golpe sobre la mesa al ofrecer descentralización y resaltar los ideales del movimiento cypherpunk para crear un sistema que permita a las personas intercambiar valor sin intermediarios y sin temor a la censura gubernamental o corporativa. Por otro lado, estamos viendo una inestabilidad política generalizada como las guerras que se están llevando a cabo en Europa o en Venezuela con un régimen autoritario que busca controlar todos los aspectos de la vida y mantenerse en el poder a cualquier costo. Bitcoin ofrece una vía de escape sin restricciones en estos entornos hostiles, incluso ayudando a personas a escapar sin perder sus ahorros y sin posibilidad de que sean confiscados por los estados fallidos, además, siendo transferibles a cualquier parte del mundo. Gracias a la criptografía y la descentralización, Bitcoin se ha concebido como una herramienta poderosa para lograr la libertad, protegiendo la privacidad y empoderando a las personas contra los gobiernos, estados y medidas autoritarias. El legado que nos deja Satoshi y los cypherpunks se presenta como una solución esperanzadora para tomar el control total de nuestras vidas.
Bitcoin: el mayor acto de rebeldía contra el sistema
En esta primera entrada del blog quiero hacer una recopilación de algunos de las publicaciones que he hecho en X y donde expreso mis ideas sobre Bitcoin, blockchain y el sistema. Casi a manera de disclaimer debo confesar que no siempre he tenido esta visión sobre Bitcoin. Cuando lo conocí, por allá en 2017, solo lo veía como una inversión. El problema, si es que se puede llamar así, es que suelo obsesionarme con las temáticas que me gustan, por ello, comencé a investigar (años más tarde) sobre blockchain y el invento de Satoshi Nakamoto para adentrarme así y de lleno en la “madriguera Bitcoin”. Vale la pena aclarar que de esas primeras inversiones de 2017 no queda nada. A lo pocos meses y por motivos personales tuve que vender los pocos satoshis (sats) para poner pausa a todo este mundo cripto. No todo lo que brilla es Bitcoin Luego de un par de años volví a toparme con el mundillo cripto. Es obvio pensar que ese “segundo inicio” fue de mucho más que solo Bitcoin, sobre todo, exploré algunos NFTs y Play-to-Earn hasta que llegó el llamado “cripto invierno” y para finales de 2021/comienzos de 2022 tenía un motón de tokens sin mucho valor. Aunque no me considero un maximalista de Bitcoin y para hacer el cuento más corto, actualmente veo al ecosistema cripto con algo de desprecio. Siento que hay una saturación de proyectos y tokens sin ningún valor y caso de uso real. Por otro lado, y como expreso en este hilo de X, veo que ahora a todo se le quiere aplicar la solución blockchain sin detenerse a preguntar si es lo que realmente se necesita. Creo que estamos cerca de que se rompa la burbuja y tal como pasó con las punto.com, solo sobrevivirán las que estén solucionando problemas reales. Mis primeros pasos en la programación Con este aparto quiero terminar esta primera publicación. Como comenté al comienzo, luego que descubrí Bitcoin, comencé a investigar sobre su tecnología lo que me despertó el interés por aprender a programar. Como la vida misma, no se puede correr sin aprender gatear. Luego de dar unos primeros y fracasados pasos en Solidity y los smart contracts también me puse a investigar sobre programación y me topé con Python (el lenguaje más recomendado para iniciar) donde estoy aprendiendo a escribir mis primeras líneas de código usando la lógica de programación. Regresando a Bitcoin, no lo veo tanto como un medio de intercambio sino más como reserva de valor, pero no un valor netamente económico sino de soberanía, privacidad, descentralización y como reza el título de este post, un acto de rebeldía y protesta constante contra el sistema.